Entraron dos señoras. Una de ellas gordita y sonriente. La otra alta, flaca y con el pelo muy corto. Pidieron un croissant y una napolitana de chocolate. La camarera se las puso en su bolsita correspondiente y las colocó delante de ellas... - Lo vamos a comer aquí- dijo la más delgada. - Bien, pero no tengo platos- dijo la camarera. - Ah, no tienes platos?– colocándose la cara de asco que ya no abandonó ni un segundo. Pidieron dos cafés con leche muy calientes... - No tienes tampoco tazas?- preguntó quisquillosa la señora delgada (erigida en portavoz del colectivo) - Pues no, tampoco tengo tazas- respondió la camarera. - Acaso acaba de abrir, este local?– insistió la clienta. - Pues no, es que es todo para llevar– dijo la camarera que empezaba a cansarse del tonillo irónico. - Y tampoco tendrás sacarina, no?– volvió a la carga la mujer. - Pues si, si tengo sacarina, pero de lo que no me queda más es paciencia- respondió la camarera, dejando el ticket del total de la consumición delante de las señoras, dándose la vuelta y quedándose tan ancha. Mientras la señora gordita sonreía divertida... y el resto de la gente de la cafetería parecia a punto de ponerse a aplaudir. Te lo enseña Me Coments