Enseñame las fotos que tienes en tu caja de galletas...







viernes, noviembre 29, 2002



martes, noviembre 26, 2002
Hola soy ficha roja, y yo soy la ficha azul. Hola yo soy el dado, Ahora dime qué eres tú. Yo soy la ficha verde , la amarilla queda atrás, y todos, todos bailamos a tu ritmo y compás.
Parchís-chís-chís, Parchís-chís-chís es el juego de colores que cantamos para ti. Parchís-chís-chís, Parchís-chís-chís es el juego que se canta para mí y para ti.
Estamos todos muy tristes, si el dado no quiere cantar pues si no cantan los cinco no podemos empezar. Hacemos grandes carreras por ver quién puede ganar, pero hay que tener cuidado porque te pueden cazar.
Parchís-chís-chís...
Si matas a un compañero, veinte te puedes contar pero si llegas primero la partida ganarás. Para ahorrar mucho tiempo, la barrera formarás y hasta que no salga el seis nadie podrá circular. Primero ha llegado el rojo, Y después llegó el azul. El verde lo tiene claro, Y amarillo tururú.

No todo van a ser poesias cultas y pensamientos profundos. Niños, música para todos, Parchis!!!


Te lo enseña Me


Me encanta Gil de Biedma, me encanta su libro "Las personas del verbo". Todas sus poesias me dicen algo, me llenan, me absorben, me fascinan. Esta es una de mis preferidas:


CONTRA JAIME GIL DE BIEDMA

De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación —y ya es decir—,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colemena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
—seguro de gustar— es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!



Te lo enseña Me



Si te quedan ganas...